Reseña | "Nickel Boys" de RaMell Ross
SINOPSIS
Narra la poderosa amistad entre dos jóvenes afroamericanos que atraviesan juntos las duras pruebas de un reformatorio de Florida. Basada en una novela ganadora del Premio Pulitzer.
RESEÑA
RaMell Ross, en su adaptación cinematográfica de la aclamada novela de Colson Whitehead, “Nickel Boys”, nos sumerge en una narrativa que no sólo cuenta una historia, sino que la vive a través de los ojos de sus protagonistas; a través de una perspectiva en primera persona, Ross no sólo nos muestra el mundo de estos personajes, sino que nos obliga a vivirlo con ellos, creando una experiencia cinematográfica íntima. La película, que sigue a dos jóvenes amigos atrapados en una escuela reformatoria marcada por el racismo y el abuso institucional, es un relato desgarrador sobre la pérdida de la inocencia y la lucha por mantener la humanidad en medio de la crueldad.
La historia se centra en Elwood (Ethan Herisse), un adolescente afroamericano en el Tallahassee de los años 60, criado por su abuela (interpretada con una profundidad conmovedora por Aunjanue Ellis-Taylor). Elwood es un joven brillante y lleno de esperanza, inspirado por las enseñanzas de Martin Luther King Jr. y los avances de la era espacial. Sin embargo, su vida da un giro trágico cuando, tras aceptar un aventón en un coche robado, es injustamente enviado a la Academia Nickel, una institución basada en la infame Dozier School for Boys, donde los jóvenes, principalmente afroamericanos, son sometidos a abusos sistemáticos, violencia y, en algunos casos, asesinatos.
Ross aborda esta historia con una sensibilidad visual que
contrasta deliberadamente con la dureza del tema. Las imágenes iniciales de la
película, llenas de luz y texturas, evocan recuerdos de infancia que podrían
parecer idílicos, pero que pronto revelan su verdadero peso trágico. Esta
disonancia cognitiva entre la belleza de la fotografía y la brutalidad de la
narrativa es uno de los mayores aciertos de la cinta, creando una experiencia
cinematográfica que es tan perturbadora como poética.
Uno de los momentos más impactantes de la película ocurre
cuando la abuela de Elwood, incapaz de abrazar a su nieto, se ve obligada a
abrazar a su amigo Turner (Brandon Wilson). Esta escena, aparentemente
sencilla, encapsula la profunda soledad y el dolor de los personajes, y es un
testimonio del poder emocional que Ross logra transmitir a través de gestos
aparentemente pequeños.
La película está rodada casi en su totalidad desde la
perspectiva en primera persona de Elwood, una elección narrativa que sumerge al
espectador en su experiencia subjetiva. Al principio, sólo vemos su rostro de
manera indirecta, reflejado en objetos como una plancha o una vitrina, lo que
añade un aura de misterio y distancia. Sin embargo, a medida que avanza la
historia, Ross introduce la perspectiva de Turner, permitiendo que el
espectador vea a Elwood a través de los ojos de su amigo. Este recurso no sólo
resuelve el desafío narrativo de la primera persona, sino que también
profundiza en la relación entre los dos jóvenes, mostrando cómo su amistad se
convierte en un refugio frente al horror que los rodea.
Las escenas en la Academia Nickel son inmersivas y visceralmente impactantes, pero Ross evita caer en la explotación gratuita de la violencia. En su lugar, utiliza elipsis y montajes sugerentes para transmitir el sufrimiento de los personajes, dejando que la imaginación del espectador complete los vacíos. Este enfoque no sólo es estéticamente innovador, sino también éticamente consciente, rechazando la “fetichización” del dolor afroamericano.
En los momentos finales de la película, Ross introduce
escenas de la vida adulta de Elwood, ahora dueño de una empresa de mudanzas en
Nueva York, reflexionando sobre las noticias de las fosas comunes descubiertas
en la antigua escuela. Estas secuencias, aunque necesarias para cerrar el
círculo narrativo, carecen de la intensidad emocional de las escenas en Nickel,
pero refuerzan el mensaje central de la película: la importancia de recordar y
confrontar el pasado, por doloroso que sea.
Las actuaciones son otro pilar fundamental de la película.
Ethan Herisse y Brandon Wilson transmiten una química palpable y una
vulnerabilidad que hace que sus personajes sean inolvidables. Aunjanue
Ellis-Taylor, por su parte, brilla en su papel de abuela, aportando una calidez
y una tristeza que añaden capas adicionales de profundidad emocional.
La película, fiel en gran medida a la novela, introduce
algunos cambios significativos que refuerzan su impacto emocional y narrativo.
Uno de los más notables es la forma en que Elwood entra en contacto con los
discursos de Martin Luther King Jr. Mientras que en el libro recibe un álbum de
discursos como regalo de Navidad, en la película este momento se dilata y se
enriquece. Elwood primero ve a King en un televisor de una tienda, y más tarde,
su profesor, el señor Hill, le entrega el álbum como un gesto de esperanza
antes de que Elwood sea enviado a Nickel. Este cambio no sólo subraya la
importancia de King en la formación de la conciencia social de Elwood, sino que
también añade capas de significado a su relación con el mundo exterior, un
mundo que parece prometer justicia pero que termina traicionándolo.
Otro cambio significativo es la relación entre Turner y
Harriet, la abuela de Elwood. En la película, Harriet no sólo interactúa con
Turner, sino que lo abraza en un momento de profunda conexión humana, algo que
no ocurre en el libro. Este abrazo, aparentemente pequeño, es uno de los
momentos más conmovedores de la película, un destello de humanidad en un
entorno diseñado para despojar a los jóvenes de su dignidad. Además, la visita
de Turner a Harriet después de su escape sugiere que ella conoce el destino de
Elwood, añadiendo un matiz de complicidad y dolor que enriquece la narrativa.
La representación de la violencia en la película también
difiere de la novela. Ross opta por un enfoque más sugerente, evitando mostrar
explícitamente los abusos en la “Casa Blanca”, el lugar donde los estudiantes
son brutalmente castigados. En su lugar, utiliza elipsis y montajes que dejan
al espectador completar los vacíos, una elección que no solo es estéticamente
poderosa, sino también éticamente consciente. Este enfoque respetuoso contrasta
con la descripción más detallada de la violencia en el libro, pero ambos
métodos logran transmitir el horror de manera efectiva.
Finalmente, la reinterpretación del personaje de Mr. Earl,
quien en la película es afroamericano en lugar de blanco, añade una capa
adicional de complejidad a la dinámica de poder en Nickel. Este cambio, junto
con la omisión de su envenenamiento en la película, refuerza la idea de que la
opresión no siempre viene de donde uno espera, y que las estructuras de poder
pueden ser tan insidiosas como brutales.
En última instancia, “Nickel Boys” es una película que trasciende su fuente literaria para convertirse en una obra de arte cinematográfica independiente. Ross no sólo adapta la novela de Whitehead, sino que la reinterpreta a través de una lente visual y emocional única. La película es un recordatorio de que la historia no es sólo lo que sucedió, sino cómo lo vivimos y lo recordamos. Y en este caso, Ross nos invita a recordar a través de los ojos de quienes más sufrieron, creando una experiencia que es tan hermosa como dolorosa, tan íntima como universal. Una obra maestra que desafía y conmueve en igual medida.
"Nickel Boys" es una imagen de las cicatrices de un pasado que aún resuena en el presente. A través de la mirada íntima de Elwood y Turner, RaMell Ross nos invita a confrontar tanto la brutalidad de la historia, como la fragilidad y la resistencia del espíritu humano. Cada imagen, cada silencio, cada gesto de humanidad en medio del horror, nos recuerda que la memoria no es un simple registro de hechos, sino un acto de resistencia. Ver esta película es, en esencia, participar en un diálogo con el pasado, un diálogo que nos exige recordar, sentir, cuestionar y, sobre todo, no olvidar. En su belleza desgarradora, "Nickel Boys" nos deja con una pregunta que resuena mucho después de que los créditos finales desaparecen: ¿cómo llevamos con nosotros el peso de lo que hemos visto, y qué hacemos con él?
REPARTO
Ethan Herisse, Brandon Wilson, Aunjanue Ellis-Taylor, Ethan Cole Sharp, Sam Malone, Najah Bradley, Jimmie Fails,
EQUIPO
Director: RaMell Ross
Escritores: RaMell Ross, Joslyn Barnes & Colson Whitehead
Productores: Joslyn Barnes, Dede Gardner, Jeremy Kleiner & David Levine
Productores Ejecutivos: Brad Pitt, Chadwick Prichard, Gabby Shepard, Emily Wolfe & Kenneth Yu
Compositores: Scott Alario & Alex Somers
Cinefotógrafo: Jomo Fray
Editor: Nicholas Monsour
Directora de Casting: Victoria Thomas
Diseñadora de Producción: Nora Mendis
Directora Artística: Elizabeth Herberg
Decoradora de Sets: Monique Champagne
Diseñadora de Vestuario: Brittany Loar
TRÁILER
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