Reseña | "Rock, Paper, Scissors" de Franz Böhm
SINOPSIS
Basada en una historia real: Ivan y su padre dirigen un hospital improvisado en la primera línea de la guerra, pero cuando los soldados enemigos se acercan, Ivan enfrenta una elección imposible para proteger a su padre, a sus pacientes y todo lo que representan.
RESEÑA
En el torbellino del peligro, donde la propia vida pende de un hilo, encontrar el valor para mantenerse firme es una proeza colosal. Pero cuando la vida de muchos otros está atrapada en la misma tormenta de amenaza —sobre todo frente a un enemigo que parece imbatible— la carga se vuelve abrumadora. En esos instantes, ¿surge el coraje de la nada, empujando a actuar aunque la esperanza parezca perdida? Esta pregunta profunda es el alma del cortometraje Rock, Paper, Scissors de Franz Böhm, ganador del BAFTA, una obra cruda que muestra la resiliencia humana forjada en los horrores de la guerra.
Inspirado en las duras realidades del conflicto actual en Ucrania, el cortometraje sigue a Ivan (Oleksandr Rudynskyi), un joven, y a su padre médico (Serhiy Kalantay), quienes luchan sin descanso para mantener un hospital improvisado en un búnker escondido, cuidando a los heridos y vulnerables bajo su protección. Cuando las fuerzas enemigas se acercan, poniendo en peligro el refugio y a todos los que están dentro, Ivan da un paso al frente, con una valentía desinteresada para enfrentar el peligro de cara. Basada en una historia real, esta historia captura sin rodeos el espíritu del sacrificio en momentos extremos, donde la entrega personal choca contra la maquinaria fría e indiferente de la guerra.
Con un tono sobrio, profundamente relevante y de un impacto devastador, Rock, Paper, Scissors —escrito por el mismo Ivan y Böhm y dirigido también por Böhm, producido por Hayder Rothschild Hoozeer— logra condensar el peso de la desesperación, el heroísmo y la incertidumbre en apenas 20 minutos (¡qué proeza!). Retrata con honestidad la nobleza de los héroes anónimos mientras expone los horrores brutales del conflicto, un tema que golpea aún más fuerte por su contexto real: la invasión rusa a Ucrania, que se arrastra en una fase sombría y prolongada. La valentía de Böhm al abordar esta tragedia actual merece reconocimiento; su obra es un recordatorio vital que despierta reflexión y un deseo colectivo por la paz en un mundo que a menudo se anestesia ante las tragedias lejanas.
En su esencia, el cortometraje brilla por su perspectiva íntima y personal, anclada en un suceso real que da rostro humano a las frías estadísticas de la guerra. Vemos el esfuerzo incansable de un padre y un hijo por mantener su refugio oculto, hasta que una amenaza inesperada los obliga a tomar una decisión crucial que marcará su destino y el de todos los que protegen. La tensión está presente desde el primer momento y no afloja, pero lo que eleva esta historia por encima de los clichés es su inmersión en un conflicto que nos resulta dolorosamente familiar. Esa cercanía amplifica el impacto emocional, tocando fibras de nuestra moral y mostrando el costo implacable de la guerra en el espíritu. En tiempos donde los titulares convierten vidas en números, Böhm devuelve la humanidad, recordándonos que cada pérdida es una historia de amor, dolor y resistencia inquebrantable.
La mirada humana hace que la historia conecte y resuene con fuerza, resaltando temas que exigen nuestra atención completa. Nunca debemos cansarnos de estos mensajes; ignorarlos como “noticias viejas” o, peor aún, tacharlos de "propaganda", es una tragedia en sí misma, que desgasta nuestra empatía por quienes sufren bajo el yugo de la tiranía. Aunque no estemos en el frente, nuestro corazón y alma deberían sentir el dolor de los que luchan, honrando sus sacrificios por la libertad. Mostrar el compromiso inquebrantable de Ivan inspira, pero no esquiva las crueldades de la guerra: la pérdida de la inocencia, el peso de la soledad y el intento inútil de controlar el caos.
El cortometraje explora decisiones tomadas bajo presión, la búsqueda de salvar a todos sin dejar a nadie atrás, el arriesgarse por un bien mayor, la resistencia cuando todo se desmorona y la defensa firme de lo que más valoramos. Estos temas se desarrollan con una intensidad deliberada, llevando a un final que golpea como un relámpago, redefiniendo lo que entendemos por heroísmo. La revelación tras los créditos intensifica este impacto, convirtiendo números en una verdad que quema.
Rudynskyi ofrece una actuación magistral como Ivan, transmitiendo una energía contenida, una intensidad explosiva y una vulnerabilidad desgarradora. Como joven empujado a un rol médico en medio de la guerra, su conexión con los habitantes del búnker se fortalece mientras el peligro crece. Sin entrenamiento militar, pero con una determinación feroz por la libertad de su país, Ivan se lanza a una misión peligrosa que toma un rumbo inesperado. Rudynskyi captura con maestría el torbellino emocional —duda, desafío, desesperación— que define el camino de Ivan, dejando en el aire si su valentía resistirá al enfrentarse al enemigo.
Los personajes secundarios enriquecen la historia: Kalantay como el padre, cuya determinación agotada refleja el desgaste de su lucha; Milosh Luchanko como un niño que comparte momentos de “piedra, papel o tijera” con Ivan, un breve refugio de normalidad; Yurii Radionoff como un soldado herido que enseña lecciones duras sobre la guerra al joven entusiasta...
En definitiva, Rock, Paper, Scissors es una obra cinematográfica total: visualmente impactante, emocionalmente inmersiva, inspiradora y desgarradoramente cruda. Confirma una verdad brutal: en la guerra, nadie gana de verdad, solo quedan ecos de sufrimiento y la leve esperanza de que historias como la de Ivan puedan algún día sembrar una paz duradera. Mientras el conflicto sigue, este cortometraje es un llamado conmovedor a mirar dentro de nosotros, a enfrentar los horrores que a menudo evitamos y a rendir homenaje al altruismo que brilla incluso en los abismos más oscuros.
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