Reseña | "The Eggregores’ Theory" de Andrea Gatopoulos
THE EGGREGORES' THEORY
SINOPSIS
No recuerda mucho de esa época. Las cosas se han desvanecido, como el color de un cuadro después de demasiada luz. Lo único que le molesta es esta música. Sigue apareciendo... Piensa que olvidó lo que significaba. Todo lo que sabe, con certeza, es que no puede sacársela de la cabeza.
RESEÑA
The Eggregores' Theory, dirigido por un visionario que explora las sombras de las dictaduras emocionales contemporáneas, se presenta como un cortometraje que desentraña la fragilidad del lenguaje y la identidad humana en un mundo asediado por fuerzas invisibles. A través de una narrativa introspectiva y perturbadora, el filme nos sumerge en la vida de un hombre que, en medio de una plaga de "palabras venenosas" que matan a quien las pronuncia o lee, lucha por aferrarse a los recuerdos de una mujer amada. Lo que comienza como muertes misteriosas –atribuidas inicialmente a ataques cardíacos– evoluciona hacia un colapso societal donde el lenguaje se convierte en un arma letal, obligando a la humanidad a un silencio forzado. Bibliotecas arden, poetas son perseguidos, y una máquina todopoderosa identifica y erradica las palabras tóxicas, imponiendo un nuevo idioma desprovisto de emoción. En este contexto, el protagonista, separado de su amor por el miedo a herirse mutuamente con palabras, reflexiona sobre la pérdida irremediable de la conexión humana, culminando en un encuentro fugaz cargado de terror y resignación.
El cortometraje habla, en esencia, de la erosión del lenguaje como puente entre almas, y de cómo su manipulación puede deshumanizar a la sociedad. Las palabras venenosas simbolizan ideas que, al ser amplificadas o censuradas, generan paranoia y control, reflejando estrategias reales en Occidente donde la tecnología y el lenguaje se usan para moldear comportamientos masivos. La música persistente –aludida en la sinopsis como un eco inextinguible– representa ese vestigio de humanidad que resiste el olvido inducido, quizás el recuerdo de la melodía que la mujer tocaba en su piano roto, un símbolo de belleza destruida. Pero más allá de la trama, el filme cuestiona cómo la seguridad y la salud se convierten en excusas para justificar atrocidades, transformando al individuo en un ser incapaz de amar.
¿Qué significa esta alegoría? En un nivel profundo, significa una crítica al capitalismo de vigilancia, donde algoritmos recolectan datos para "circunvalar" el comportamiento humano, no como monstruos, sino como hechiceros sutiles. La máquina que resuelve la crisis borrando palabras encarna la fe ciega en la tecnología para "curar" males sociales, pero a costa de un lenguaje nuevo que no permite expresar el duelo, el amor o la rebelión. El protagonista, al intentar escribir una carta inexpresable, ilustra la alienación: ¿cómo comunicar el alma cuando las palabras fallan? Significa, también, que el verdadero horror radica en la aceptación pasiva, en ese mundo donde las ciudades quedan vacías y las actividades sociales se extinguen sin que nadie las eche de menos, un eco de nuestra era hiperconectada pero emocionalmente árida.
El título invoca a los "egregores", entidades psíquicas nacidas del pensamiento colectivo que cobran vida propia. Así, las palabras venenosas podrían ser egregores tóxicos: narrativas virales que, alimentadas por discusiones masivas, se vuelven letales, como desinformación o polarización en redes sociales. Podría significar una metáfora de la autocensura digital, donde prohibimos "palabras" por miedo al conflicto, o una advertencia sobre cómo la IA, al crear lenguajes "prácticos", estandariza el pensamiento, eliminando la poesía y la disidencia. En un giro optimista, el silencio impuesto podría simbolizar una resistencia pasiva, un espacio para reconectar sin intermediarios verbales, aunque el filme lo pinta como trágico.
Las implicaciones filosóficas son vastas y resonantes. Evocando a Wittgenstein –"los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo"–, el cortometraje plantea que al envenenar el logos, perdemos nuestra capacidad de ser y relacionarnos auténticamente. La historia sugiere que el poder usa el lenguaje para controlar a las personas, no con fuerza, sino manipulando lo que decimos y pensamos, todo bajo la excusa de mantenernos seguros. El amor se reduce a miradas llenas de miedo, mostrando cómo el temor puede romper los lazos humanos. La máquina que borra palabras y crea un nuevo idioma sin emociones convierte a las personas en herramientas, quitándoles lo que las hace humanas. La melodía persistente en la mente del protagonista podría ser un recordatorio de lo que se ha perdido, insinuando que olvidar no nos libera, sino que nos atrapa.
Un aspecto digno de alabanza es el innovador uso de la inteligencia artificial en la creación del filme, que no sólo enriquece su estética, sino que profundiza su mensaje de manera brillante. El director imagina el mundo en blanco y negro generado por versiones obsoletas de IA, modificadas manualmente para una consistencia estilística, lo que crea un universo inquietante que parece "masticado y distorsionado por una máquina", como un archivo precensurado. El alfabeto desconocido, nacido de fallos tipográficos de la IA, añade una capa de alienación visual que refleja la deformación del lenguaje en la narrativa. Incluso la música, mayoritariamente generada por IA salvo la pista central, integra la tecnología como coautora, demostrando cómo la IA puede ser una herramienta poderosa para explorar temas de manipulación y control. Lejos de condenar esta integración, la celebro: es un ejemplo magistral de cómo la IA amplifica la creatividad artística, permitiendo visiones distópicas que serían imposibles de otro modo, y subrayando irónicamente el tema del filme –la fusión hombre-máquina– con autenticidad y audacia. Esta aproximación no deshumaniza el arte, sino que lo expande.
En suma, The Eggregores' Theory es una obra introspectiva que nos obliga a confrontar lo inefable: ¿cuánto de nuestra humanidad reside en las palabras que perdemos? Con su narrativa cautivadora y su uso pionero de la IA, el cortometraje no sólo denuncia tiranías emocionales, sino que nos urge a resistir, recordando que, incluso en el silencio, una melodía puede persistir. Una pieza esencial para quien busca cine que provoque y transforme.
EQUIPO
Produced by Eliofilm, Il Varco Cinema, Naffintusi
Director: Andrea Gatopoulos
Producer: Ariens Damsi, Luigi Mascolo, Marco Crispano, Orazio Guarino, Marco Santoro
Distributed by Gargantua Film
Additional music: Giorgio Labagnara
Ai Generation, editing, VFX, title design: Andrea Gatopoulos
Sound design: Tommaso Barbaro – Fullcode
With: David Rumsey
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