Reseña | "The Thief (Anngeerdardardor)" de Christoffer Rizvanovic Stenbakken


THE THIEF

ANNGEERDARDARDOR


SINOPSIS

Cuando Kaali, un joven autista, descubre que su perro ha sido robado, emprende una búsqueda intensa del ladrón por el pueblo de Tasiilaq, en el este de Groenlandia. Durante su búsqueda, Kaali se enfrenta a las formas en que es diferente a sus compañeros. Encuentra a su perro y quiere recuperarlo, pero ¿realmente fue robado el perro, y vale la pena perder a su único amigo por un perro?


RESEÑA

En el corazón helado de Tasiilaq, en el este de Groenlandia, donde la lucha por sobrevivir se entrelaza con la vastedad indiferente de la naturaleza, Anngeerdardardor (El Ladrón), dirigido por Christoffer Rizvanovic Stenbakken, brilla conmovedoramente, siendo el primer cortometraje jamás creado en esta remota región. Forjado en colaboración con los jóvenes locales e inspirado en hechos reales, el filme sigue a Kaali, un joven autista, en una búsqueda cargada de urgencia por recuperar a su amada perra de trineo, Meqqujoor. Lo que parece una simple historia de pérdida se convierte en un retrato íntimo de la diferencia, los malentendidos y los lazos frágiles que nos atan a quienes nos rodean. Stenbakken, nacido en Tasiilaq y ahora residente en Copenhague, teje un relato naturalista que elige la autenticidad sobre el drama, capturando el pulso de esta comunidad con una mirada que revela la belleza oculta tras su gélida reputación.



La narrativa sigue a Kaali y a su leal amigo Bartilaa por los paisajes nevados de Tasiilaq, enfrentándose a un mundo que es tan hostil en su apariencia como en sus juicios sociales. El autismo de Kaali no es un mero detalle, sino el lente a través del cual vive: su franqueza, como cuando confiesa preferir a los perros sobre las personas, y su forma única de percibir el mundo resaltan una soledad que duele porque es profundamente humana; porque para Kaali, la soledad no es sólo la ausencia de compañía, sino un eco profundo de su lucha por ser entendido en un mundo que lo rechaza: como joven autista en Tasiilaq, su forma de expresar lo convierte en blanco de comentarios crueles, con sus pares burlándose de su apego a Meqqujoor, sexualizando su amor por ella y diciéndole “retrasado”.

Esta percepción de su condición no sólo lo aísla, sino que amplifica su vínculo con los animales, que ofrecen una lealtad predecible frente a la imprevisibilidad humana. La soledad de Kaali es un peso que lleva en cada paso que da, donde la búsqueda de su perra se convierte en un intento desesperado de aferrarse a un refugio emocional, mientras la comunidad, incapaz de ver más allá de su diferencia, lo empuja aún más hacia los márgenes. Bartilaa parece ser el único que, con su apoyo silencioso, camina a su lado, agotado pero fiel, encarnando una amistad que resiste incluso cuando el mundo parece volverse en contra.

Técnicamente, el filme es un ejercicio de contención que intensifica su impacto emocional. La cámara en mano sigue el ritmo inquieto de Kaali, mientras el diseño de sonido —la fuerza del viento, el crujido de la nieve, los aullidos lejanos— nos envuelve en la cruda y hermosa desolación de Groenlandia Oriental.



En su núcleo, Anngeerdardardor pregunta qué significa “robar” cuando lo que está en juego no es sólo un objeto, sino el amor, la lealtad, el sentido de pertenencia. La búsqueda de Kaali lo lleva a enfrentarse al dolor de sentirse fuera de lugar, a preguntarse si aferrarse a lo que ama vale el precio de perder lo que ya tiene. Su súplica silenciosa —“solamente no quiero estar solo”— es un eco universal que resuena en cualquiera que haya sentido el peso de la soledad.

Las relaciones humanas son el alma del filme, tejidas con una delicadeza que desgarra. La tensión entre Kaali y su padre refleja un abismo doloroso: el pragmatismo adulto choca contra un amor que no entiende de razones prácticas, un eco de tantas familias que navegan la discapacidad sin las palabras para encontrarse. Esta tensión pone al descubierto cómo las familias, incluso con buenas intenciones, a menudo no logran comprender el autismo, causando heridas profundas a los jóvenes. La incapacidad del padre para priorizar la angustia de Kaali por la pérdida de Meqqujoor, desestimándola con un pragmático “es sólo un perro”, refleja una desconexión que trasciende lo material y toca lo emocional.

La amistad con Bartilaa, en cambio, es el corazón palpitante de la historia: su lealtad y disposición a seguir a Kaali sin juzgarlo, incluso cuando el cansancio y el peligro acechan, encarnan un amor que no exige condiciones. Su disposición a seguir a Kaali, a soportar las burlas de otros y a perdonar cuando es dejado atrás, revela un amor desinteresado que trasciende las palabras. En un cortometraje que explora la fragilidad de los lazos humanos, Bartilaa simboliza la posibilidad de conexión genuina, recordándonos que el verdadero valor de una relación radica en su capacidad de sostenernos en nuestra diferencia, sin pedirnos que cambiemos. Meqqujoor, la perra, es una compañera fiel, un refugio para Kaali en un mundo que a menudo lo rechaza; pero es Bartilaa quien, con su presencia constante, le recuerda que los lazos humanos, aunque frágiles, son los que nos sostienen. Perder a un amigo por un malentendido, sugiere el filme, es un robo más profundo que cualquier pérdida material, porque nos despoja de lo que nos hace humanos.



Como la primera voz cinematográfica de Groenlandia Oriental, Anngeerdardardor no sólo rompe el silencio de una región raramente vista, sino que ilumina su humanidad. Stenbakken, con su profundo sentido de pertenencia a Tasiilaq, transforma el hielo en un lienzo de introspección, donde el aislamiento se convierte en un espacio para valorar lo que ya tenemos. Este cortometraje no se limita a narrar una búsqueda; nos desafía a mirar a quienes caminan a nuestro lado, a reconocer en su lealtad silenciosa el verdadero refugio contra la soledad. En su contenida intensidad, Anngeerdardardor nos enseña que, en un mundo que nos empuja a aferrarnos a lo perdido, el mayor acto de valentía es abrazar a quienes nunca nos dejaron ir.


REPARTO

Kamillo Ignatiussen

Mikkel Paalu P. Bianco

Simujooq Ikila


EQUIPO

Director: Christoffer Rizvanovic Stenbakken

Screenplay: Christoffer Rizvanovic Stenbakken

Cinematography: Philip Peng Rosenthal

Editing: Laura Skiöld Østerud

Sound Design: Becca Reyes

Casting: Alberte Parnuuna

Producer: Asbjørn Høgstad Kelstrup

Executive Producer: Maria Møller Christoffersen

Co-Producer: Michael Noer

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