Reseña | "Vox Humana" de Don Josephus Raphael Eblahan


VOX HUMANA



SINOPSIS

En las secuelas de un terremoto, la policía encuentra a un hombre en el bosque. Una zoóloga, una sonidista y un equipo de noticias lidian con la verdad de que él podría ser la causa de todos los desastres naturales que devastaron este pequeño pueblo de montaña.

RESEÑA

Durante las temblorosas repercusiones de un terremoto, donde las fisuras de la tierra reflejan las líneas de falla de la desconexión humana, Vox Humana de Don Josephus Raphael Eblahan se despliega como una meditación poética y perturbadora. Este cortometraje, ambientado en las neblinosas montañas de Filipinas, es menos una narrativa convencional que una invocación primigenia: un sismógrafo cinematográfico que traza las vibraciones de la identidad, la alienación y los diálogos silenciados entre la humanidad y lo salvaje. Con una hábil fusión de misticismo de ciencia ficción y recuperación indígena, Eblahan crea una obra que reverbera con verdades implícitas, invitándonos a escuchar el pulso del mundo antes de que se fracture irreparablemente. En su esencia, el cortometraje no sólo captura un momento de crisis, sino que invita a una profunda introspección sobre cómo hemos perdido la capacidad de sintonizarnos con los ritmos ancestrales de la naturaleza, y cómo esa sordera colectiva podría ser la verdadera catástrofe que nos acecha.



El cortometraje comienza con una voz en off de Esther, una zoóloga convocada para interrogar a un hombre feral encontrado gateando desnudo en las montañas, sospechoso de causar los desastres naturales que han devastado un pequeño pueblo. Esta premisa, impregnada de intriga especulativa, sirve como andamiaje para la indagación más profunda de Eblahan sobre lo que significa comunicarse a través de abismos: culturales, temporales, elementales. Esther, una figura que encarna tanto la precisión científica como el instinto empático, se acerca al hombre no con autoridad impositiva, sino con una imitación animalística, gateando en cuatro patas, sus chasquidos y gestos guturales formando un lenguaje percusivo que trasciende las palabras. Este dialecto inventado, rítmico y visceral, es un logro maestro en la visión de Eblahan; evoca un ritmo precolonial, un recordatorio de lo que fue silenciado por la imposición de lenguas coloniales, pero pulsa con una urgencia contemporánea, como si la Tierra misma exigiera ser escuchada. Al reflexionar sobre esto, no puedo evitar preguntarme cómo, en nuestra era de hiperconexión digital, hemos olvidado los lenguajes no verbales que nos unen a lo primigenio, dejando que el ruido tecnológico ahogue las voces sutiles de la Tierra y sus habitantes.

La textura del cortometraje es tanto un personaje como sus protagonistas humanos. Filmada con una ALEXA 35, sus visuales granulados y de alto contraste, se fusionan con la imprevisibilidad orgánica de la estación seca filipina. Niebla y luz solar alternan sin manipulación artificial, una elección que refleja la sumisión narrativa a la voluntad de la naturaleza. El paisaje sonoro, elaborado por Nicholas Varela y Henry Hawks, es un triunfo de la narración auditiva: cantos distantes de aves, el murmullo de agua, el galope jadeante de caballos y silencios cargados tejen un tapiz que se siente como un álbum compuesto por la Tierra misma. Idyll, la sonidista, encarna este acto de escucha, su inmersión en las frecuencias de la naturaleza una rebelión silenciosa contra el ruido de la modernidad. Su presencia, junto al equipo de noticias de Shay y Nico, subraya la tensión de la película entre observación e intrusión, una crítica a cómo los medios y la ciencia a menudo colonizan en lugar de comulgar. Profundizando en esta dualidad, la película nos obliga a reflexionar sobre nuestra propia posición como espectadores: ¿somos testigos empáticos o intrusos voyeristas? ¿Cómo nuestra curiosidad moderna, amplificada por la tecnología, perpetúa las dinámicas de poder que Eblahan critica, heredadas del colonialismo?



En su núcleo, Vox Humana es un lamento por las conexiones perdidas y un llamado a recuperarlas. El hombre feral, un símbolo de resiliencia indígena, habla solo en gruñidos hasta un momento crucial donde articula una verdad profunda: la ropa, emblema de la imposición civilizatoria, se revela como antinatural sólo cuando uno ha vivido sin ella. Su metáfora de las líneas de falla de un terremoto como surcos en un vinilo, con las voces del mundo grabadas en sus espirales, es un clímax poético que colapsa las fronteras entre tiempo humano y geológico. Mientras rasca la pared como una aguja en un disco, sólo para desvanecerse en una voluta de humo, la película sugiere que su presencia era menos corpórea que elemental: una advertencia, un espectro, una voz de la tierra misma. Esta evaporación no es un fin, sino una transformación, invitándonos a considerar si los desastres naturales no son castigos divinos, sino mensajes codificados que hemos aprendido a ignorar en nuestra arrogancia antropocéntrica. Eblahan, al retratar figuras indígenas no como víctimas o salvajes, sino envueltas en gabardinas o gateando como bestias, desafía estereotipos con una frescura revolucionaria, fusionando géneros cinematrográficos en un tapiz que honra sus raíces mientras abraza la complejidad contemporánea.

La incredulidad lacrimosa de la zoóloga, la fijación de la sonidista en el aliento de los caballos y el gesto final del hombre feral —un dedo en los labios— conspiran para crear una narrativa que es a la vez íntima y cósmica. La canción final de Maria BC, que se eleva sobre imágenes de devastación y escucha atenta, sella esta alquimia, sus vibraciones perdurando como una réplica sísmica en el alma del espectador. Al reflexionar más allá, uno se pregunta: en un mundo donde la globalización erosiona identidades culturales, ¿puede el cine como este servir como puente, reconectándonos con lo que hemos perdido? Eblahan parece afirmar que sí, pero sólo si estamos dispuestos a acallar nuestro ego y escuchar los susurros del mundo.



Vox Humana es una obra breve pero ilimitada, un réquiem por un mundo desintonizado y un himno a la posibilidad de resintonización. Nos desafía a escuchar las voces —humanas, animales, terrestres— que resuenan bajo nuestros pies, instándonos a forjar conexiones antes de que llegue el próximo temblor. En sus silencios, sus chasquidos y sus vislumbres fugaces de un hombre que podría ser el heraldo de la tierra misma, la película de Eblahan redefine el cine filipino como un llamado clarinero global: escuchar es sobrevivir. Y en esta reflexión extendida, encontramos no sólo una crítica al presente, sino una esperanza poética para un futuro donde la voz humana, en toda su diversidad, resuene en armonía con el cosmos.


REPARTO

Sasa Cabalquinto

Bruce Venida

Ymeiliza Tabora

Mariah Deborah Cabatbat

Grayson Naogsan


EQUIPO

Written and directed by Don Josephus Raphael Eblahan

Produced by Hannah Schierbeek and Alemberg Ang

Co-Produced by Tan Si En (Momo Film Co)

Executive Produced by Farhiya Ahmed (Happy Pictures Canada)

Director of Photography: Vincent Prochoroff

Editor: Brandon Bunner

Production Manager: Karla Prol Rev Gonab Naogsan

Assistant Director: Nathan Carreon Lim

Assistant Camera: Lincoln Yeo

Gaffer: Steven Garcia

Grip: Ashlie Villamayor

Costume Designer: Anika Ladero

Prod Sound Mixer: Nicholas Varela

BTS Photography by Daniel Mark Kelvin Eblahan and Steven Garcia

Re-Recording Mixer/Sound Design: Henry Hawks

VFX Artist: Keaton McQuarrie

Colorist: Sam Howells

Music: 'Amber' by Maria BC

Digital Mastering: White Light

Festival Distribution: Square Eyes

Equipment Provided by RSVP Studios

With support from Sundance Institute Indigenous Program, ARRI Asia, Rooftop Films, and SGIFF SEA-SHORTS Grant

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