Reseña | "The Day She Will Be Born (Денят, в който тя ще се роди)" de Emil Spahiyski
THE DAY SHE WILL BE BORN
ДЕНЯТ, В КОЙТО ТЯ ЩЕ СЕ РОДИ
SINOPSIS
A veces, las batallas más grandes no se libran en las calles, sino en los corredores de la memoria. En este drama psicológico, Marta experimenta su vida como fragmentos vívidos, entrelazándose entre su yo de diecinueve años planeando una boda con Julian y su realidad presente en un asilo donde enfrenta un abuso brutal. Mientras la demencia reconfigura su mundo, los recuerdos se convierten en refugio y arma. A través de una narrativa no lineal, la película revela cómo la aparente confusión de Marta es en realidad una claridad profunda: reúne todas las versiones de sí misma para un acto final de resistencia. Cuando abandona el asilo, lleva consigo no solo el coraje de la juventud, sino también una historia de amor que el tiempo no puede tocar.
RESEÑA
En los confines de un asilo que se desmorona como un recuerdo olvidado, donde las cortinas se mecen con una brisa que susurra promesas de libertad, emerge The Day She Will Be Born, un cortometraje búlgaro galardonado en el 22nd In the Palace Awards. Esta obra no es un simple relato cinematográfico; es una meditación profunda sobre la fragilidad humana, un tapiz entretejido con hilos de pasado y presente que desafió mi percepción del tiempo y la identidad. Dedicado "a quienes partieron antes de irse", el film se convierte en un tributo elegíaco a quienes dejan ecos resonando en los corredores de la mente, invitándonos a explorar las implicaciones de una vida fragmentada por el olvido y la resistencia.
La sinopsis nos adelanta el núcleo: a veces, las batallas más feroces no se libran en las calles, sino en los pasillos de la memoria. Marta, la protagonista, vive su existencia como fragmentos vívidos que se entrelazan entre su yo jovial, planeando una boda con Julian, y su realidad actual en un asilo donde el abuso es moneda corriente. La demencia reconfigura su mundo, convirtiendo los recuerdos en refugio y arma. A través de una narrativa no lineal, el film revela que su confusión aparente es, en realidad, una claridad profunda: Marta convoca todas las versiones de sí misma para un acto final de resistencia. Al abandonar el asilo, lleva consigo no sólo el coraje de la juventud, sino un amor que el tiempo no puede erosionar. Es un homenaje a la resiliencia del espíritu humano y al poder de los recuerdos y el amor, temas explorados con una sensibilidad que evita el sentimentalismo, optando por una honestidad brutal que obliga al espectador a confrontar sus propias vulnerabilidades e inferir las capas ocultas de significado en el envejecimiento.
La estructura fragmentada del cortometraje captura la esencia de su narrativa. Se inicia con el título sobre una ventana abierta, cortinas danzando al viento –un motivo recurrente que simboliza la permeabilidad entre el interior confinado y el exterior liberador, sugiriendo que la libertad mental trasciende las barreras físicas–. Seguimos un pasillo en ruinas, evocando no solo el deterioro del asilo, sino el colapso metafórico de la mente, donde el pasado irrumpe como un intruso bienvenido. Marta, anciana y frágil, intenta escapar, pero es arrastrada por enfermeras que la atan a la cama, insultándola con crudeza: "te vas a pudrir en tu propia porquería". Su risa sin sentido, seguida de sollozos silenciosos, no es mera incoherencia; es una máscara para el dolor acumulado, un preludio a los flashbacks que irrumpen como oleadas, insinuando que el subconsciente resiste la opresión mediante la evasión temporal. Recuerda cartas escritas, ollas en la estufa, pájaros en la ventana –imágenes cotidianas que anclan su cordura, sugiriendo que lo mundano es el verdadero bastión contra el caos.
Esta no linealidad no es caprichosa; es el corazón de la narrativa, ilustrando cómo la demencia disuelve las barreras cronológicas, permitiendo que el amor y el trauma coexistan en un eterno presente. Vemos a Julian y Marta jóvenes, besándose tiernamente, él susurrando: "Ahora eres la niña que juega con muñecas, mientras yo juego con tristeza". Más tarde, en el asilo, Marta libera una mano de sus ataduras y, ante el abuso a una compañera –la enfermera forzándola con un chupón de bebé, hundiéndola en la almohada–, empuña un comodín metálico y golpea a su opresora. Es un momento catártico, no de venganza ciega, sino de recuperación de la propia agencia: "Debiste haberme llevado contigo", musita, evocando a Julian muerto. La voz en off de él cierra el film con una poesía doliente: "Si pudiéramos vivirlo simultáneamente... Ahora eres una niña haciendo diligentemente su tarea mientras yo soy un viejo molesto... Ahora dirás tu primera palabra, pero yo la escucharé por última vez". Estas palabras, vivas y cargadas de melancolía, subrayan la asincronía del envejecimiento: uno avanza hacia el olvido mientras el otro se aferra al principio, sugiriendo que el amor es un puente sobre el abismo temporal, un lazo que desafía la entropía de la vida.
Los temas se ramifican con un alcance profundo, invitándonos a inferir implicaciones que trascienden la pantalla. La demencia, a menudo retratada como mera pérdida, aquí se transforma en un acto de resistencia: Marta no es víctima pasiva; su "confusión" es una estrategia para reunir fuerzas, insinuando que la mente, incluso en declive, posee una inteligencia instintiva que subvierte el control externo. Esto plantea una crítica filosófica al dualismo mente-cuerpo: ¿dónde reside la verdadera identidad cuando el tiempo la fragmenta? El abuso en el asilo –insultos, ataduras, humillaciones– denuncia un sistema de cuidado que deshumaniza, reflejando problemas globales en instituciones para ancianos, donde la vulnerabilidad se convierte en pretexto para la crueldad. Esto lleva a una reflexión social sobre la invisibilidad de los mayores: en una sociedad obsesionada con la juventud, el envejecimiento es un exilio silencioso, y la fatiga de los familiares –como la hija harta, peleando por un suéter y recordándole que Julian lleva muerto cinco años– resalta el costo emocional de cuidar, cuestionando si el amor filial resiste el peso del tiempo. Además, el filme insinúa una crítica al patriarcado: la boda planeada contra la voluntad paterna simboliza la resistencia temprana de Marta, un eco que resuena en su escape final, sugiriendo que la opresión de género persiste a lo largo de la vida, pero también que la resistencia es inherente al espíritu femenino.
El amor eterno emerge como tema central, intocable por el tiempo, un bálsamo contra el aislamiento que implica que las conexiones humanas perduran en fragmentos, como pájaros cantando en la ventana –símbolo de un alma volátil, de escape del cuerpo confinado. ¿Qué alcance tiene esto? En un mundo de soledad pandémica y envejecimiento poblacional, el cortometraje urge a reconsiderar el valor de los recuerdos compartidos: son armas contra el olvido colectivo, sugiriendo que ignorar a los ancianos es ignorar nuestra propia herencia emocional. Filosóficamente, evoca la noción de duración de Bergson: el tiempo no es lineal, sino una acumulación de momentos que coexisten, permitiendo que el pasado empodere el presente. Esta idea resuena en la resistencia final de Marta, que reúne sus yoes pasados para desafiar el presente, insinuando que la memoria no es sólo un archivo, sino una fuerza viva que reconfigura la realidad.
Estilísticamente, el cortometraje destaca por su uso de lo visual y auditivo para profundizar estas implicaciones. Los silencios durante la cena con Julian son ensordecedores, cargados de observación mutua, reflejando la soledad compartida y sugiriendo que el amor maduro se nutre de lo no dicho. El espejo que muestra a la enfermera como amenaza, o la foto en blanco y negro de Julian, alteran la temporalidad con sutileza, creando una atmósfera onírica que invita a la introspección: ¿somos nosotros mismos espejos distorsionados de nuestro pasado? Las actuaciones son matizadas: Plamena Getova transmite vulnerabilidad con sollozos que parten el alma, mientras Irinei Konstantinov y Julian Kostov encarnan la preocupación amorosa, sugiriendo que el duelo es un diálogo silencioso con los ausentes. La voz en off, poética y viva, eleva el film a lo literario, evocando la obsesión por el tiempo perdido en narrativas proustianas, pero anclada en la crudeza contemporánea.
El jurado del In the Palace Awards elogió su sensibilidad y originalidad al tratar la demencia, tejiendo realismo e imaginería poética, revelando las fronteras frágiles entre memoria y pérdida, y destacando su contribución al cine búlgaro contemporáneo mediante actuaciones que capturan la esencia humana, y yo no podría estar más de acuerdo.
En última instancia, The Day She Will Be Born nos confronta con reflexiones perturbadoras: ¿y si el olvido es un renacimiento, un retorno a la inocencia mientras el mundo nos abandona? ¿Qué implicaciones tiene esto en una era donde el abuso a ancianos es una epidemia silenciosa, y la demencia un espejo de nuestra fragilidad colectiva? El film no moraliza; es directo en su honestidad, poético en su introspección, invitándonos a inferir que la resistencia final de Marta es universal: un llamado a reclamar nuestra narrativa antes de que el tiempo nos la arrebate. Nos deja con un eco: en el laberinto de la memoria, partir no es fin, sino un nacimiento diferido. Esta obra no se consume; se internaliza, persistiendo como un pájaro en la ventana de nuestra conciencia, recordándonos que el amor y la resiliencia son las verdaderas victorias contra el olvido.
REPARTO
Plamena Getova
Irinei Konstantinov
Mirela Ilieva
Julian Kostov
Ioanna Mikova
Vilma Stoyanova
EQUIPO
Director - Emil Spahiyski
Scriptwriter - Emil Spahiyski, Bogdan Muresanu
Based on short story written by Yordanka Beleva
Producer - Bogdan Mureșanu, Dobromir Chochov, Julian Kostov
Music - George Strezov
Cinematographer - Kiril Prodanov
Editor - Martin Zahariev-Mais
Art Director - Sandra Stoycheva
Key Makeup and Hair Artist - Katerina Savova
Production Manager - Yuri Tsolov
Costume Designer - Vladimir Yosifov
Sound - Yuri Tsolov
Boom Operator - Evgeny Evgeniev
Re-recording Mixer - Tsvetelina Tsvetkova
First Assistant Camera - Delyan Georgiev
Second Assistant Camera - Pepi Bonev
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