Reseña | "Melodies of Barking Dogs" de Daniel Huss
SINOPSIS
Un grupo de jóvenes pasa la velada en un club. Uno de ellos es Toni, quien, como de costumbre, se mantiene en un segundo plano. En el aire viciado de la sala con paneles de madera, beben, cotillean y se avergüenzan mutuamente, mientras canciones pop suenan de fondo. Todo como siempre. A medida que avanza la noche, Toni observa a una pareja mayor bailando y comienza a preguntarse qué es lo que realmente quiere.
RESEÑA
En Melodies of Barking Dogs, dirigido por Daniel Huss, se despliega una exploración sutil y profunda de la transición adolescente hacia la madurez, donde la aparente banalidad de un encuentro grupal revela capas de introspección filosófica sobre la identidad y las dinámicas humanas. Este cortometraje, galardonado con el Lola en el German Short Film Award 2024 en la categoría de ficción de hasta diez minutos, trasciende la mera observación para interrogar las construcciones sociales de la masculinidad, no como un arquetipo rígido, sino como un entramado fluido de vulnerabilidades, rivalidades y anhelos reprimidos. A través de su narrativa contenida, Huss no sólo captura un momento efímero en la vida de un grupo de jóvenes, sino que invita a una disección más amplia de cómo estas interacciones reflejan dilemas existenciales universales: la tensión entre el yo auténtico y las máscaras impuestas por el entorno social.
La narrativa, tejida con una ligereza que oculta su complejidad, invita a reflexionar sobre las motivaciones subyacentes en las relaciones entre pares masculinos: un bromance que bordea lo erótico, competiciones por el dominio que disfrazan inseguridades, y un uso instrumental de los otros que subraya la soledad inherente al ser humano. Aquí, Huss evoca implícitamente la noción hessiana de romper el cascarón en Demian, simbolizando el acto de destruir un mundo preconstruido para nacer a uno nuevo. El protagonista, Toni, en su quieta rebelión contra las normas implícitas del grupo, encarna esta fractura: un despertar que cuestiona no sólo los deseos personales, sino el peso de las expectativas colectivas en la formación del yo. Esta ruptura no es un evento cataclísmico, sino un proceso sutil, marcado por gestos cotidianos que revelan la lucha interna por la autonomía. En términos filosóficos, remite a la idea sartreana de la "mala fe", donde los individuos se engañan a sí mismos para evitar la angustia de la libertad; Toni, al confrontar sus anhelos a través de la observación de un pareja mayor bailando, comienza a deshacerse de esa autoengaño, emergiendo hacia una autenticidad dolorosa pero liberadora.
Filosóficamente, el filme dialoga con ideas existencialistas sobre la autenticidad y la alienación, donde el ambiente opresivo del club —con su música pop como telón de fondo irónico— representa un microcosmos de la sociedad que ahoga la individualidad. La cámara sensible captura gestos y miradas que, en su ambigüedad, revelan la búsqueda de significado en lo cotidiano: la intimidad oculta que surge en la proximidad física, la soledad que persiste en la multitud, y el humor peculiar que surge de la tensión entre lo casual y lo profundo. No se trata de una disección explícita, sino de una invitación a interpretar las implicaciones: cómo la juventud, en su esfuerzo por aparentar despreocupación, enmascara una lucha interna por el sentido y la conexión genuina. Los ladridos de perros en la distancia, que dan título a la obra, simbolizan esos ecos discordantes de lo reprimido —las "melodías" caóticas de deseos no articulados que resuenan en el silencio de la noche, recordándonos que la verdadera intimidad a menudo se encuentra en los márgenes, lejos del ruido colectivo.
El elenco transmite estas sutilezas con naturalidad, destacando especialmente Elias Maria Burckhardt en el papel de Toni, quien muestra una vulnerabilidad muy honesta que ancla la narrativa en una emotividad cruda y relatable. Su interpretación no recurre a exageraciones dramáticas, sino a una contención que permite al espectador percibir las grietas internas del personaje: un joven que navega entre la pasividad y el anhelo, cuya evolución se manifiesta en microexpresiones que hablan de una madurez incipiente. Junto a una cinematografía que amplifica la atmósfera introspectiva —con encuadres que enfatizan la claustrofobia del espacio y la expansión emocional en los exteriores—, Melodies of Barking Dogs logra una resonancia que perdura, recordándonos que el verdadero crecimiento radica en confrontar las melodías discordantes de nuestra existencia.
Esta obra no sólo celebra la complejidad humana sin pretensiones, sino que también cuestiona las narrativas dominantes sobre la masculinidad en la era contemporánea: ¿es la fuerza un disfraz para la fragilidad? ¿Puede la rivalidad ser un velo para el afecto? Huss, a través de su dirección precisa, sugiere que estas dicotomías no son opuestas, sino interconectadas, formando el tapiz de la experiencia juvenil. En última instancia, Melodies of Barking Dogs es una meditación sobre la ontología del deseo: cómo, en la búsqueda de proximidad, nos distanciamos de nosotros mismos, y cómo un simple acto de observación puede catalizar la transformación. Una pieza modesta en ambición, pero magistral en su ejecución, que invita a múltiples visionados para desentrañar sus capas filosóficas.
REPARTO
Elias Maria Burckhardt
Valentin Oppermann
Mieke Schymura
Mikke Rasch
Tristán López
Zlatin Stoychev
EQUIPO
Director: Daniel Huss
Guionista: Nicola Jakobi
Director de Fotografía: Kim Hausner
Productores: Rebecca Hartung, Alexia Wallemacq
Editor: Frederik Bösing
Score: Robin Kallenberger y Joel Brüning
Sonido: Armin Biemel
Diseño de Producción: Martha Brenner
Fotografía del Set: Aljoscha Wuzella
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