Reseña | "The Mourning Of" de Merced Elizondo
The Mourning Of, dirigido por Merced Elizondo, no es sólo un cortometraje; es un espejo del alma, un reflejo de esa herida invisible que la muerte deja en quienes seguimos viviendo. A través de Maribel, interpretada con una vulnerabilidad desgarradora por Natalia Villegas, el filme nos sumerge en un ritual tan peculiar como universal: asistir a los funerales de extraños para soportar el peso del propio duelo. Con un periódico lleno de obituarios en mano, Maribel tacha nombres, acumulando en su coche los ecos de pérdidas ajenas, mientras lleva consigo los aretes de su madre y su fotografía pegada al espejo, como si temiera que el olvido la desvanezca por completo.
El cortometraje, filmado con un estilo íntimo y visceral, es un testimonio del poder del cine para transformar lo personal en algo profundamente humano. La cámara captura a Maribel en su soledad, moviéndose entre iglesias y cuerpos inertes, tocando la mano de un cadáver con una ternura que no busca profanar, sino conectar. Sin embargo, su incapacidad para acercarse a los vivos que lloran revela una verdad devastadora: el duelo puede ser un abismo que nos aísla incluso cuando anhelamos consolar y ser consolados. En su imaginación, Maribel abraza, habla, alivia; en la realidad, permanece inmóvil, atrapada en el gris luto que describe el Padre Tomás, interpretado con una presencia cálida y contundente por Julio César Cedillo.
El monólogo del Padre Tomás es el corazón del filme, un destello de sabiduría que trasciende la narrativa para convertirse en un manifiesto sobre la vida misma: “No puedes reparar un corazón roto. Esconderte en el duelo de otros no te absuelve de enfrentar el tuyo. El duelo es gris, persiste, y debes aprender a vivir con él”. Estas palabras, pronunciadas con una mezcla de compasión y firmeza, resuenan como un eco de la lucha interna de Maribel y de cualquiera que haya sentido el vértigo de la pérdida. No se trata de superar, sino de cargar con el amor que el dolor refleja, de honrar a quienes ya no están a través de las lágrimas que derramamos por ellos.
Para mí, The Mourning Of tocó una fibra profunda, un recuerdo de mi propio duelo tras la muerte de mi abuelo. Mientras las fiestas navideñas resonaban en las calles, mi tristeza parecía un intruso en un mundo que seguía girando, indiferente. Ver a Maribel, incapaz de soltar el peso de su madre, me recordó esa sensación de estar atrapado en un tiempo detenido, donde las rutinas diarias —comer, escuchar una canción, recordar una frase— se convierten en puñales. Pero el cortometraje me ofreció algo más: una reconciliación. Entendí que el dolor que sentimos es un reflejo del amor que dimos, y que llevar ese dolor no es una carga, sino un acto de devoción. Amar a quienes ya no están es mantenerlos vivos en nosotros, y en esa verdad radica la belleza trascendental de la existencia.
El estilo de Elizondo es tan personal como universal. La fotografía, los detalles sutiles y la banda sonora que acompaña su catarsis final, crean una atmósfera que respira autenticidad. La actuación de Villegas es un tour-de-force emocional, capturando cada matiz de una mujer que no busca respuestas fáciles, sino un espacio para existir con su dolor. El clímax, cuando finalmente a Maribel se le acerca una mujer en un funeral y, con lágrimas honestas, le ofrece sus condolencias, es una catarsis que no promete un final feliz, sino un comienzo posible: el de aprender a llevar el duelo con dignidad.
The Mourning Of no es un relato sobre la muerte, sino sobre lo que la muerte nos enseña del amor. Nos recuerda que el duelo, con todo su peso, es un testimonio de nuestra capacidad de amar profundamente. En un mundo que a menudo nos apura a “seguir adelante”, este cortometraje nos invita a detenernos, a sentir, a reconocer que el amor y el dolor son inseparables, y que en esa unión radica el sentido más profundo de ser humanos.
The Mourning Of destila una sabiduría serena, tejida con un estilo visual que cautiva y una narrativa que abraza el alma. Merced Elizondo ha creado una obra que no solo ilumina el duelo, sino que eleva el acto de recordarlo a un gesto sagrado. Su visión, impregnada de valentía y ternura, transforma la pérdida en un canto a la vida. Con una dirección tan evocadora y un equipo que respira pasión, este cortometraje es apenas el preludio de lo que Elizondo tiene por ofrecer. Aguardo con expectativa su próximo paso, confiado en que continuará desentrañando los misterios del corazón humano con la misma profundidad y gracia.
REPARTO
Natalia Villegas
Julio César Cedillo
EQUIPO
Written & Directed by Merced Elizondo
Executive Produced by Liz Cardenas, Andrea Marquez
Produced by Helena Sardinha, Rafael Thomaseto, Alan Hodge, Merced Elizondo
Cinematography by Matheus Bastos
Music by René G. Boscio
Sound Design by Javier Umpierrez
Production Design by Jonathan Rudak
Edited by Jonathan Cuartas
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