Reseña | "Tides of Life" de Tatiana McCabe


TIDES OF LIFE


SINOPSIS

Richard Tesore, un empresario de 63 años, convirtió su amor por la vida silvestre en acción al fundar “S.O.S Rescate de Fauna Marina”, el primer centro de rescate y rehabilitación de mamíferos marinos en Uruguay. Con un profundo compromiso con la vida marina costera de Uruguay, es un héroe local que mantiene a su comunidad informada y consciente de los problemas ambientales a través de su fuerte presencia en las redes sociales.


RESEÑA

Desde que vi Tides of Life, he quedado absolutamente maravillado con el trabajo de vida de Richard Tesore, una figura que encarna la esencia misma de la dedicación inquebrantable al océano y sus habitantes. Ese cortometraje, con su narrativa sutil y evocadora, me abrió las puertas a un mundo que desconocía en profundidad, impulsándome a devorar todo lo que pude encontrar sobre su proyecto: artículos, entrevistas, testimonios y crónicas que detallan sus años al frente de S.O.S. Rescate Fauna Marina. He leído sobre sus inicios en Punta Colorada, sobre los temporales que arrasaron su refugio en 2005, dejando destrucción a su paso y obligándolo a reconstruir con manos incansables, incluso recientemente a solo tres meses de un trasplante hepático. Me conmovió profundamente la historia de cómo todo surgió de un lazo paternal y cómo esa actividad familiar se transformó en un legado colectivo que ha salvado a cientos de animales y atendido miles de llamadas de auxilio. Reflexionando sobre ello, me invade una introspección personal: vivimos en una sociedad donde la desconexión con la naturaleza es la norma, pero Tesore nos inspira a cuestionar nuestra propia huella, recordándonos que cada acto de empatía, por más pequeño que sea, puede reverberar en el vasto mar de la existencia.

He explorado relatos de sus desafíos como pionero, dialogando con pescadores para que vean a los lobos marinos no como plagas, sino como eslabones vitales en la cadena ecológica; he pensado en las noches en que, con voluntarios o en soledad, convertía estrés en supervivencia para huérfanos marinos, durmiendo con ellos para suplir la ausencia materna. Esta búsqueda obsesiva por entender su proyecto no ha sido mera curiosidad; ha sido un viaje introspectivo que me ha llevado a inferir sobre el significado universal de la resiliencia: Tesore, con su fuerza admirable martillando contra el viento al atardecer, simboliza cómo las crisis forjan no solo refugios físicos, sino puentes emocionales entre humanos y el océano. De igual manera, no me sentía capaz de escribir esta reseña sin conocer quién es Tesore; y estoy seguro de que la intención primordial de la gran directora Tatiana McCabe es justamente eso: que sepamos, que nos informemos y que ahondemos en la maravilla de ser agentes de cambio.

En las costas embravecidas de Punta Colorada, donde el Atlántico surca incansable la arena uruguaya, emerge Tides of Life, un cortometraje documental dirigido por Tatiana McCabe, galardonado con el Oro en la categoría de Documental en los Premios Estudiantiles de la Academia 2025. Estrenado en 2024, este filme de apenas dieciséis minutos no es un simple registro visual; es una sinfonía poética que entrelaza el pulso del océano con el latido humano, narrada a través de la vida de Richard Tesore, un montevideano de 63 años cuya existencia se ha fundido con las olas. McCabe, quien describe su incursión en el cine de vida silvestre como la realización de un sueño de toda la vida, asumió el reto enfrentando desafíos de producción solitaria que infunden al documental una intimidad cruda y auténtica. Tides of Life trasciende el mero retrato biográfico para convertirse en un espejo multifacético, reflejando implicaciones en lo personal, lo colectivo y lo universal, invitándonos a inferir sobre el significado profundo de la conservación en un mundo al borde del abismo ambiental.



Pero lo que eleva este cortometraje a un plano superior es el enfoque íntimo de Tatiana McCabe, quien ha desarrollado un estilo ecléctico de contar historias que fusiona lo visual con lo emocional, con una sensibilidad que roza lo poético; decidió capturar su esencia no como una simple entrevista convertida en cortometraje, sino como un acto de descubrimiento auténtico. Filmando en solitario en locación, playas al atardecer con Tesore sosteniendo pingüinos contra el océano, y momentos cotidianos de rescate, Tatiana infundió al filme una intimidad que revela capas ocultas: la soledad de Tesore, su risa ante adversidades, su conexión mística con los animales. Su acercamiento único radica en ese talento para capturar la compasión extraordinaria de Tesore con una autenticidad que evoca resonancia emocional, transformando lo ordinario en trascendental y elevando a un hombre anónimo a la luz merecida. Los desafíos de producción —filmando sola, navegando amenazas al centro de Tesore como relocaciones o cierres— se convierten en parte de su viaje personal, un compromiso que la impulsa a planear futuros proyectos, asegurando que el legado de los héroes de la vida real no se pierda en el olvido.

El documental abre con un plano evocador: Richard Tesore imitando llamados de pingüinos, a los que responden como ecos ancestrales, estableciendo desde el inicio una conexión primordial entre hombre y naturaleza. Esta escena, cargada de poesía, remite a su infancia: al primer año de vida, rescató su primer animal junto a su padre en el puerto de Montevideo: "Mi primer rescate de un animal marino lo hice cuando tenía un año, con mi padre. Sin lugar a dudas que eso me marcó", narra Tesore, revelando una introspección que define su trayectoria. Para mí, esta anécdota no es una anécdota; es más bien el germen de una vocación que lo ha llevado a comunicarse "mucho mejor con los animales que con la gente", como él mismo dice, una constante en su vida solitaria pero plena. Tras una juventud en Buenos Aires, donde incursionó en rubros comerciales como restaurantes, gimnasios y taxis, regresó a Punta Colorada para criar a su hijo en un entorno natural, fundando S.O.S. Rescate de Fauna Marina en 1990 como una actividad compartida. "Empezamos con mi hijo, y cuando me quise acordar, él se fue y yo me quedé enganchado", reflexiona, infiriendo una paradoja existencial: la pasión que une familias puede también aislar al individuo en su pasión y entrega. Su rutina —sin principio ni fin, con llamadas a medianoche y mamilas cada tres horas para cachorros huérfanos— pinta un retrato honesto de sacrificio: en 2016, un trasplante hepático por exposición a hidrocarburos durante limpiezas petroleras lo obligó a un raro reposo, del que escapó para coordinar rescates desde el hospital. Esta resiliencia personal implica un alcance mayor: Tesore no solo salva vidas marinas; se redime a sí mismo, encontrando propósito en la vulnerabilidad ajena, como cuando se convierte en "madre sustituta" para animales, aullando para que lo reconozcan y respondan.

Avanzando en la narrativa, el filme desglosa el trabajo diario de Tesore en Punta Colorada, un balneario en el departamento de Maldonado donde S.O.S. ocupa 2.500 metros cuadrados de costa, con piscinas, enfermerías, un museo y salas audiovisuales construidas a pulso a lo largo de décadas. Escenas como afilar un cuchillo para cortar redes o atender llamadas —"Rescate de Fauna Marina, buenos días"— capturan la crudeza de una labor pionera: cuando inició, no había información sobre rehabilitación marina en Uruguay, así que innovaron, probando métodos que funcionaban o fallaban. "Fuimos pioneros en el tema marino, sin lugar a dudas", afirma Tesore, destacando cómo rescataron hasta 300 animales en un derrame petrolero. En lo colectivo, esto revela implicaciones profundas: S.O.S. no es solo un refugio; es un catalizador comunitario que ha rehabilitado más de 15.000 ejemplares —lobos marinos, pingüinos, tortugas, elefantes marinos, delfines, aves como petreles y albatros— a lo largo de 30 años, respondiendo a 2.000 varamientos anuales por causas humanas como plásticos, redes y contaminación del Río de la Plata por pesticidas agrícolas. El documental denuncia con honestidad: "El 90% de los animales que llegan no es por problemas de naturaleza, sino por el impacto humano". Aquí hay un llamado a la acción colectiva; Tesore enfrenta presiones inmobiliarias —"Mucha gente preferiría un boliche, un restaurante, un hotel acá"— y contrarresta con campañas que recolectaron 140.000 firmas contra desalojos, una de las mayores en Uruguay. Su enfoque en educación ambiental es transformador: también pioneros en sensibilización, reciben a escuelas y turistas, organizando más de diez eventos anuales como limpiezas de playas, liberaciones y talleres de arte con reciclados. Esto implica un tremendo alcance social: el sacar a los niños de pantallas para "ensuciarse de pescado" fomenta empatía emocional. Las redes sociales amplifican esto: con 344.000 seguidores en Facebook y 104.000 en Instagram, trascienden fronteras y convierten a Tesore en un verdadero héroe local que informa sobre importantes temas ambientales.



Universalmente, Tides of Life evoca las mareas cíclicas de la existencia, donde cada rescate simboliza la fragilidad planetaria y la capacidad humana para la redención. McCabe captura esto en escenas muy tiernas, como la vida misma que Tesore intenta proteger: pingüinos durmiendo en la arena, focas gritando por consuelo, plásticos de 50 años flotando como espectros —"Bolsas de leche... Tiene más de 50 años en el mar"—. Tesore alerta sobre nanoplásticos en sangre y pulmones, "impensable, pero ocurriendo", infiriendo una crisis imparable: somos la especie que genera el cambio climático y la contaminación, pero la única capaz de revertirlo. Su colaboración internacional y proyectos de reproducción marina evitan extracciones silvestres, extendiendo el impacto global. El filme, a final de cuentas, cuenta la historia de un hombre como cualquiera, que transformó su amor por la vida silvestre en acción, explorando su legado en costas que él llama hogar. Inferimos paradojas cósmicas: la soledad de Tesore contrasta con su conexión animal, cuestionando qué significa libertad en un océano contaminado. Liberar crías —"No es fácil dejarlos irse"— evoca la pérdida universal, pero también esperanza: "Si logras liberarlos, yo siempre me quedo mal por quedarme. Me encantaría poder irme con ellos".

Honestamente, Tides of Life no idealiza; expone fatiga —Tesore, apodado "Cousteau del subdesarrollo", ríe ante su edad y demanda 24/7—, críticas por intervenir en la naturaleza, y la inevitabilidad de la muerte. Sin embargo, su poesía reside en la redención: en tarareos mientras limpia piscinas, chiflidos que llaman vida, risas ante lo absurdo. Este cortometraje invita a una introspección colectiva: ¿qué marea creamos con nuestros consumos? Su alcance trasciende Uruguay, urgiendo un cambio desde la raíz donde la empatía supere la indiferencia. En un mundo de predicciones alarmantes para el futuro de nuestros hijos, Tesore y McCabe nos recuerdan: al conocer lo frágil, amamos para preservar, tejiendo oleajes eternos de esperanza en el vasto océano de la existencia.

Y en este tapiz de olas y sueños, no puedo dejar de alabar a Tatiana McCabe, la visionaria directora cuya dedicación y talento como documentalista elevan Tides of Life a alturas sublimes. Su compromiso con la causa ambiental es palpable en cada fotograma: como una "todóloga" (término que usamos en México para las personas que son capaces de hacer cualquier cosa), asumió la producción solitaria del cortometraje, inmersa en las costas uruguayas para capturar la esencia de Tesore con una sensibilidad que roza lo poético, fusionando imágenes cautivadoras con una narrativa emotiva que despierta conciencias. Su talento radica en esa capacidad para transformar lo cotidiano en lo trascendental, tejiendo un documental que no solo informa, sino que conmueve el alma, recordándonos la urgencia de proteger nuestros océanos.



En la premiación de los Premios Estudiantiles de la Academia 2025, Tatiana reveló con humildad que siempre ha sido una fan devota de los Óscars, viéndolos año tras año como una espectadora apasionada. Pero auguro para ella un futuro luminoso donde ya no será mera televidente, sino una participante estelar, una laureada directora que pisará el escenario de los Óscars, recolectando premios por obras que inspiren generaciones. Enhorabuena, Tatiana; que tu trayectoria apenas comienza a surcar las mareas del éxito eterno; porque tu trabajo es tan fundamental como el de ese héroe Richard Tesore, que ya no es anónimo en mi pensamiento, gracias a ti.


EQUIPO

Directed and Produced by Tatiana McCabe

Cinematography - Tatiana McCabe

Assistant Camera - George Robinson-Hill

Editing & Graphics - Tatiana McCabe

Music by Mauricio Trabanino

Advisors - Peter Venn, Louise Heren, Ben Morrison

Special Thanks from the Director - Richard Tesore, Diego Tesore, Antonio Ripoll, Sonia Aranda, Analía Roca, Amanda Coen, James McCabe, Joyce McCabe

UWE Bristol (University of the West of England) - MA Wildlife Filmmaking

BBC Studios - Natural History Unit

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