Reseña | "Mother (Moder)" de Tara Salas

MOTHER

MODER



SINOPSIS

Christine está aislada en casa con su bebé recién nacido. Siendo nueva en el rol de madre, Christine siente la culpa que la sociedad le impone por no conectar con su hijo. Se culpa únicamente a sí misma, junto con el hecho de que el bebé parece no quererla.


RESEÑA

En nuestra sociedad, se espera que una madre sea un ser casi sobrenatural: que amamante sin que duela, que duerma a ratos y al despertar sonría como en los anuncios, que el bebé se calme sólo con su olor, que la casa huela a pan recién horneado aunque ella no haya dormido en tres días, que conecte con su hijo como si fuera un cable USB que enchufas y ya, sin fallos, sin que nunca aparezca un mensaje de error "este dispositivo no es compatible". Se le exige perfección absoluta, una especie de santidad laica donde cualquier grieta, ya sea un llanto propio, un pecho que no produce, un pensamiento oscuro, la convierte en egoísta, en alguien que no lo intenta lo suficiente. Y mientras tanto, el apoyo real brilla por su ausencia: el padre no está, la enfermera viene y se va en seguida, la amiga trae flores y se lleva la gloria de calmar al niño en dos segundos, etc. La sociedad entera monta un altar a la madre perfecta, pero nadie se queda a limpiar el suelo cuando ella se derrumba sobre él. El mensaje es claro y cruel: tú sola puedes con todo, y si no puedes, la culpa es sólo tuya. Y así, en silencio, las mujeres se rompen intentando ser lo que nunca se les dijo que no tenían que ser: infalibles.

Moder, para mí, fue una coincidencia afortunadísima. No estaba preparado para verlo, y cuando empecé, el título me hizo pensar que sería una historia sobre la dureza de ser mamá por primera vez, tal vez algo ligero, tal vez con un ligero toque de drama, pero terminé con un nudo en la garganta, y no sólo por el final, sino por cómo Tara Salas desmenuza el posparto no como un "desafío bonito", sino como un abismo real, que se abre bajo tus pies cuando menos lo esperas. Es el tipo de filme que te obliga a confrontar lo que todos sabemos pero nadie dice: que ser madre puede ser, en los peores días, un infierno privado.

La historia gira en torno a Christine, interpretada por Lisa Riesner, que está sola en su piso, con un bebé que llora sin parar, y el mundo afuera parece un rumor lejano. Llega la enfermera de visita, interpretada por Sofie Lassen-Kahlke en un rol que refleja esa amabilidad profesional que duele porque suena a simple condescendencia: "Estás haciéndolo genial, relájate". Luego, la amiga Abby, interpretada por Diêm Camille con su ramo de flores y su "qué suerte tienes con esta joya", que hace que el bebé se calme en sus brazos pero estalle al volver con Christine. Y el marido, interpretado Alban Lendorf, al teléfono con sus "tengo reuniones hasta las seis", un eco de ausencias que se acumulan como platos sucios en el fregadero. Es una trama simple, ¿no? Pero en esa simplicidad está el gancho: Salas no necesita explosiones ni diálogos grandilocuentes; más bien, usa el silencio (el de Christine mordiéndose la muñeca en la bañera, o el de la sangre en el papel higiénico) para construir un retrato de la depresión posparto que se siente directamente en el pecho.

Hablemos de eso, porque Moder no es sólo un cortometraje; es un grito ahogado sobre el posparto que la sociedad finge ignorar. La depresión posparto, o perinatal, como se conoce más acertadamente para abarcar desde el embarazo hasta el año después del parto, no es un capricho de madre "débil". Es una bestia real, que afecta a millones de mujeres en el mundo. Y no es sólo tristeza, es una combinación de hormonas que se derrumban, mezcladas con el agotamiento físico que te roba el sueño y el apetito, y esa culpa social que te exige que deberías estar radiante porque ya eres mamá. Además es "lo más natural del mundo, ¿no?". Y hablamos sólo de los casos diagnosticados, porque en nuestra sociedad moderna ¿quién va a admitir que mira a su bebé y siente... ansiedad, tristeza, desesperación... o peor, resentimiento? Toda madre sería tachada de lo peor si se atreviera siquiera a permitirse sentir algo distinto a la completa abnegación y dedicación.



En Moder, Christine no logra "conectar" con su hijo, y eso no es un simple recurso narrativo, sino más bien la cruda realidad en muchas madres que, si no reciben apoyo, compañía y atención, tendrán problemas para mantener el ánimo y la capacidad de cuidar... de ser. Salas ahonda en esto con una sutileza muy elegante, como en la escena de la lactancia: Christine se destapa el pecho, el bebé pareciera resistirse, la enfermera toca y dice "levántalo aquí, no debería doler". Pero duele, física y emocionalmente, y ese pinchazo es metáfora de todo el posparto: el cuerpo que te traiciona, la leche que no sale, el sangrado que te regresa como un recordatorio de que tu cuerpo aún tiene consecuencias de haber dado vida. En el corto, Christine intenta todo: tararea canciones de cuna, pone música en la radio mientras el bebé está recostado, toma té con manos temblorosas... Pero el llanto no para, y cada intento fallido es un ladrillo más en la pared de su aislamiento.

Y luego está el giro, en el que no ahondaré en detalles, pero que es la progresión lógica de un estrés no atendido. Salas lo filma con un frenesí controlado: el sonido de Dávid Kapusi sube como un pulso acelerado, el corte a negro te deja sin aire, y cuando reaparece... uff. Es el momento en que entiendes que el verdadero terror no es el acto, sino el camino: las llamadas no contestadas, el "relájate" de la enfermera que ignora el abismo, el marido que llega tarde con besos y abrazos que no curan.

Salas medita sobre las capas del posparto como una terapeuta implacable: no es sólo biológico, sino cultural. En una sociedad como la danesa, donde la paternidad se comparte y las licencias parentales son generosas, el mito del "instinto maternal infalible" duele más porque choca con la realidad. Christine no es una "mala madre"; es una mujer que pierde su identidad en el parto: adiós a las noches de sueño continuo, a las fotos de pareja besándose la mejilla, a la libertad de un baño sin interrupciones. El duelo por esa versión anterior de una misma es un disparador clave: estrés psicológico y falta de apoyo; y el corto lo muestra en detalles que queman: la galería de fotos abierta en el celular, el marido que dice "te amo" pero cuelga; la amiga que calma al bebé y se va, dejando a Christine con la decepción colgando como un ancla. Es esa comparación tóxica ("con ella no llora") la que amplifica la culpa, convirtiéndola en un ciclo: ansiedad que impide dormir, falta de sueño que agrava la irritabilidad, irritabilidad que te hace sentir como un monstruo.



El tratamiento es la solución, podremos pensar como audiencia. Sí, y Salas lo implica sutilmente: la enfermera que promete "llama si empeora", la línea de emergencia que Christine marca en pánico. Pero el corto es un alegato contra el "demasiado tarde". En Moder, no hay final feliz; es trágico, irrevocable, perturbador, sí, pero necesario. Porque ver esto obliga a hablar: ¿cuántas Christine hay ahí fuera, cargando bebés que lloran mientras su mundo se desmorona?

Al final, Moder es de esos filmes que te cambian. No por su espectacularidad (es minimalista, casi crudo), sino por su honestidad brutal. Tara Salas nos regala un manifiesto: la maternidad no es sólo alegría; es trabajo sucio, invisible, que puede romperte si no lo nombras. Y en un 2025 donde las campañas prometen visibilidad, este corto grita que no basta con datos; hace falta empatía, tiempo, manos que carguen no sólo al bebé, sino a la madre.

P.D.: ¡Me encantó la breve participación de Aske Bang! Me da mucho gusto verlo en sus proyectos, porque él me conoce, somos amigos en Facebook y sabe lo fan que soy de Silent Nights. Si lees esto, Aske, ¡ERES EL MEJOR! <3


REPARTO

Lisa Riesner, Sofie Lassen-Kahlke, Diêm Camille, Alban Lendorf, Coco Hjardemaal, Aske Bang, Asbjørn Kondal Beuchert Malling, Christina Ibsen Meyer


EQUIPO

Written & Directed by Tara Salas

Producer | Sara Fathollahi

Director of Photography | Aleksander Priess-Christensen

Editor | Jens Bidstrup

Sound Recordist | Mads Rasmussen

Costume Designer | Line Lolk

Production Managers | Helena Bright, Liza Westh, Iina Heikkala

Production Coordinator | Alexander Mainborg

Recording Manager |  Frida S. Klüver

Assistant Director | Amalie Musolino Nørreby

Script Supervisors | Jill Knuttel, Katja Haargaard

Production Design | Emil Albæk, Kristín Ingiríður Hálfdánardóttir

Regi | Michala Hartmann

Location Manager | Alexander Mainbog

B-Camera | Maria Rixen, Mathias Vorbeck Finne-Larsson

Gaffer | Alexander Overgaard

Lighting Assistants | Amalie Ramirez, Lukas Falk-Jensen, Veronica Almen Keycer, Morten Wennevold

Makeup | Sanne Lunding Væver, Max Karva, Bela De Sousa

Hair Stylist | Sanne Lunding Væver, Joe Furch, Bela De Sousa

Editing Consultant | Anders Refn, Dorrit Andersen

Assistant Editor | Silas Løbner Samsøe

Sound Designer | Dávid Kapusi

Music Supervisor | Janelle Knespel

Colorist | Peter Diemar

Production Assistants | Maj Andreasen, Mette Bjorstup, Clara Holm

Runner | Lena Grantun

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